CABOS PRIMEROS MECÁNICOS EN SISTEMAS ARMAS ARTILLEROS CRISTIAN Y MATÍAS BERNAL DE CLORINDA

El 4 de marzo se festeja en Argentina el Día del Hermano y para hacer honor a las relaciones fraternales presentamos la historia de los hermanos Bernal, de Clorinda (Formosa). Además, para comprender la fraternidad más allá de los lazos de sangre, repasamos sus años en la Armada, entregados al servicio de la Patria y del prójimo, al que siempre se puede ayudar como a un hermano. PUERTO BELGRANO – Con tan solo una diferencia de 11 meses de edad, Cristian y Matías ingresaron juntos a la Armada Argentina en 2016. Los hermanos Bernal se encuentran actualmente en la Base Naval Puerto Belgrano, al sur de la provincia de Buenos Aires, destinados en buques de la Flota de Mar. 

Clorinda, que los vio nacer, es una ciudad formoseña ubicada sobre el margen derecho del río Pilcomayo y a sólo 4 km de la frontera con la República de Paraguay, al que los une el puente internacional San Ignacio de Loyola. Cristian Bernal llegó al mundo el 16 de julio de 1996 y Matías Bernal el 5 de junio de 1997.  Nacieron y crecieron en Clorinda, en el seno de una familia conformada por su mamá Lucía Benítez, maestra de primaria y su padre del corazón, Juan González, al que se refieren con mucho cariño como su papá y de quien aprendieron su oficio de zapatero. También tienen una hermana menor, Valentina, de 12 años. 

Por la poca diferencia de edad, Cristian y Matías fueron compañeros desde jardín de infantes, cursaron juntos la escuela primaria, la secundaria y por eso, explica Cristian, tienen muchos amigos y vivencias en común. Incluso su parecido físico genera que muchas veces los confundan: “No somos mellizos pero más o menos”, soltó Cristian, divertido por la situación. Más tarde, ingresaron juntos a la Escuela de Suboficiales de la Armada (ESSA) y egresaron con la misma jerarquía, también les tocó compartir la promoción de compañeros en la ESSA y el mismo escalafón naval, ya que ambos son Mecánicos en Sistemas de Armas Artilleros.

El ingreso a la vida naval

Cristian Bernal, el mayor de los hermanos, contó que cursaban el 5º año en la EPES N° 49 “José de San Martín” –Escuela de Comercio y Bachiller en Economía y Gestión de Clorinda–, cuando un Suboficial Mayor de la Armada llegó a las aulas para difundir las actividades de la Institución. 

Nunca habían conocido a alguien de la Fuerza y escucharon por primera vez de qué se trataba la Armada Argentina. El suboficial les contó acerca de las posibilidades de ingresar a la Armada, y comenzar una nueva etapa en sus vidas de servicio a la patria, les hablo de las navegaciones y la vida de los hombres y mujeres de mar.

Desde ese momento los hermanos Bernal se sintieron interesados, cruzaron miradas y se dijeron “¿Por qué no?”. “Nos gustó y decidimos entrar”, dijo Cristian. “Además de estar entusiasmados al instante, mi hermano es una gran inspiración para mí”, reveló Matías.

Si bien sus padres se sorprendieron al principio, se alegraron mucho por la decisión que habían tomado. “Fue una decisión difícil e inesperada para ellos, pero lo más importante es el orgullo que sienten por nuestros logros”, dijo Cristian y Matías coincidió. Dijo que su mamá los ayudó en lo académico para preparar los exámenes de ingreso y su papá estaba muy contento de que eligieron el ámbito de la Defensa para desarrollar sus carreras. “Siempre nos dieron todo con mucho esfuerzo, y nos apoyan en todo lo que emprendemos; hoy se sienten orgullosos de nosotros”, sostuvo Matías.

“Para nosotros, la Armada es algo muy grande que nos dio la oportunidad de salir adelante y de hacer sentir orgullosos a nuestros padres”, afirmó el mayor. Para el menor de los hermanos, la Armada es camaradería; y la Patria, sinónimo de fraternidad y hermandad: “Es un orgullo defenderla”.

En el 2016 ingresaron a la Escuela de Suboficiales de la Armada, ubicada en la Base Naval Puerto Belgrano, y Matías confiesa que el cambio de la vida civil a la militar fue difícil “pero yo quería quedarme, estaba convencido e hice todo el esfuerzo para seguir. Aprendí muchas cosas y a valorar mucho más todo lo que tenía, como la familia, y el compañerismo”. “La escuela es muy difícil y requiere de sacrificios –dice Cristian– pero estar juntos nos dio la fortaleza para continuar y poder estar donde estamos ahora”. 

Durante su formación, los hermanos se destacaron como aspirantes navales: Matías desempeñándose como Dragoneante Primero a cargo de una Compañía y Cristian a cargo de una División como Dragoneante Segundo. 

“Siempre estamos compitiendo, en el buen sentido”, asegura Matías, “estar juntos es muy bueno, tener un hermano cerca es de gran apoyo”, completa. “En la primaria –en el colegio “Sor Clotilde de León”–mi hermano fue abanderado y yo escolta de la Bandera Argentina”, rememora la anécdota.  A fines del 2017, ambos hermanos egresaron de la ESSA con la jerarquía de cabos segundos en la orientación Artillería. “Siempre me gustaron los barcos y sus cañones. Somos evaluados en distintos aspectos y nos otorgan la orientación más acorde a nuestros estudios y aptitudes. Con el tiempo, la fui queriendo y hoy no me imagino con otra especialidad, no me imagino en otro lugar que no sea la Armada”, destacó el menor de los hermanos.

Unidos por el mar

Una vez egresados, llegó el primer pase para cada uno de los Bernal: Cristian fue destinado a la corbeta ARA “Spiro” y Matías a la corbeta ARA “Robinson”, pertenecientes a la División de Corbetas. Las unidades de esta División tienen diversas funciones, por mencionar alguna destacamos las tareas vigilancia y control de la actividad pesquera en la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de jurisdicción nacional y su área adyacente, contribuyendo a asegurar una explotación responsable de los recursos naturales y la protección de los intereses nacionales en el Mar Argentino, entre otras.

Allí transitaron 5 años de carrera y hoy, siendo cabos primeros artilleros, Matías se encuentra en el buque logístico ARA “Patagonia” y Cristian fue trasladado a la “Robinson”, “Siempre fuimos muy compañeros y solo nos separamos cuando fuimos destinados a buques diferentes”, señaló Cristian.

En navegación, Cristian junto a sus compañeros de División se ocupan de la seguridad y mantenimiento de todo lo que involucra el Sistema de Armas como los cañones, la conservación de la munición en la Santa Bárbara y la realización de rondas de verificación, entre otras tareas.

Matías, por su parte, cuenta en el buque logístico ARA “Patagonia” con un excelente equipo de trabajo también, con quienes se encargan del mantenimiento y la operatividad del Sistema de Armas de a bordo, de realizar las rondas habituales y las guardias necesarias.

Este buque del Comando Naval Anfibio y Logístico participa de navegaciones integradas y de ejercicios con el resto de los buques de la Flota de Mar, la División de Patrullado Marítimo, y aviones y helicópteros de la Aviación Naval; así como con unidades de Armadas extranjeras, realizando maniobras de transferencia de combustibles. 

Cristian aún conserva el recuerdo de la primera vez que hicieron tiro con cañones a bordo: “Ha sido una experiencia única. Nunca me voy a olvidar”. Matías, por su parte, habló del futuro y contó que entre sus deseos está conocer la Antártida como otros lugares nuevos. “Es una de las cosas que me gusta de la Armada, poder conocer nuevas personas, en un ambiente de respeto mutuo y lugares de nuestro litoral marítimo” destacó.

Clorinda en sus pensamientos

Clorinda se extraña y mucho, confiesa Matías, el más chico. “La chipá y el mate cocido”, se ríe. “Y al estar cerca de Paraguay son muchas las comidas que compartimos”, ajustó. También extraña el monte y pescar en el río y comer manjares como el surubí, boas y mojarras.

Cristian y Matías vivieron juntos un tiempo, hasta que Cristian formó su propia familia con Camila y su pequeña hija Alma Nicole. Viven en el barrio de Ciudad Atlántida de Punta Alta, cercano a la Base Naval Puerto Belgrano. Cristian confiesa que son las cartas de Camila y sus palabras las que lo acompañan en cada navegación que emprende y las fotos familiares.

Por su parte, Matías es soltero y vive en pleno centro de la ciudad de Punta Alta. Cada vez que se juntan fuera del ámbito naval, les gusta jugar al fútbol y se entretienen en su tiempo libre, reparando zapatos y pelotas, resultado de la enseñanza del oficio legado por su padre.

Cristian recuerda de su ciudad natal las altas temperaturas, los “picaditos” de fútbol con amigos, y los paisajes de abundante vegetación y admite que hace un tiempo que no van de visita a Clorinda en parte por la pandemia y en parte por sus ocupaciones, pero mantienen la intención de regresar a la ciudad que los vio crecer.